lunes, 9 de julio de 2007

La Antología de González-Ruano

César González-Ruano, en el capítulo XIII de su libro “Memorias : mi medio siglo se confiesa a medias” (Sevilla : Renacimiento, 2004), correspondiente a los años 1945 y 1946, realizaba la siguiente anotación: “Trabajaba yo intensamente en la redacción y ordenación de la Antología de poetas españoles contemporáneos, que había de publicarse en el próximo año. Fue con el viejo Gustavo Gili con quien llegué al acuerdo de esta edición costosa y arriesgada para él y que para mí suponía un serio trabajo. Traje a vivir a mi casa de Sitges a una mecanógrafa y por las mañanas preparaba la tarea dictándola por las tardes un mínimo de cuatro horas” (p. 550). Así fue, a principios de 1946 veía la luz por vez primera y última, en Barcelona, su "Antología de poetas españoles contemporáneos en lengua castellana", un grueso volumen en cuarto mayor de 874 páginas, “en donde revive tanta figura que ya no da sombra”. Ya en el prólogo, reconoce Ruano la seria dificultad de su empresa: “Es cierto que son, en todos los idiomas, muy raros los libros de esta clase que resisten una crítica severa”, para afirmar con tino, más adelante que su antología: “es un texto con intenciones de perdurabilidad, de consulta más venidera que presente, y, en definitiva, algo de Arca de Noé ante los atroces diluvios del olvido.” Una vez publicada, hubo de todo: desde el difícil Cernuda, que la llamó “antología de baratillo”, aunque reconociéndole gran mérito por incluir a la “última generación poética” (Boletín del Instituto Español de Londres, n. 2, junio 1947), hasta en las cartas cruzadas entre Salinas y Guillén, en las que frente a las barrabasadas de Domenchina, le reconocen a Ruano un mérito que ninguno esperaba: “Este es un libro curioso. El Ruano es un sinvergüenza conocido y profesional, eso todos lo saben. Y sin embargo, en la antología su actitud general es infinitamente superior a la del purulento Domeinquina. Todo lo que en este es saña, envidia, zarpazos y mordiscos, se le vuelve a Ruano tolerancia, moderación, halago y elogio... El tiene el descaro de atribuirse 14 páginas, mucho más de lo que nos da a ti, por ejemplo, y a mí... Pero ni se nos insulta ni se nos rebaja...” (Carta de Pedro Salinas a Jorge Guillén del 26 de octubre de 1946, en el libro “Correspondencia (1923-1951”, Tusquets Editores, 1992). Estamos enteramente de acuerdo con el criterio expresado por José Luis García Martín, “es algo más que una galería de raros y curiosos, con ser eso mucho; es también lo que su título indica: la más generosa antología de poetas españoles contemporáneos que se haya publicado nunca” (“El antólogo artista”, en el libro editado en el 2003 por la Diputación de Cuenca, “Centenario de César González Ruano (1903-2003).

En esta antología, y entre las páginas 653-[655], figura el poeta oriolano, junto a los nombres de José Antonio Muñoz Rojas, Leopoldo Panero, Germán Bleiberg, Juan Gil-Albert, Luis Rosales, Ramón Gaya y Arturo Serrano Plaja, lo que supone que no andaba muy desencaminado Ruano, al incluirlo en lo que luego se conoció como Generación de 1936. Tras la breve pero sustanciosa nota introductoria, recogió Ruano de Miguel Hernández tan sólo 2 poemas: “El sudor”, perteneciente a Viento del pueblo (Valencia : Ediciones Socorro Rojo, 1937), así como un fragmento de El labrador de más aire (Valencia : Editorial Nuestro Pueblo, 1937), en concreto los versos finales de Encarnación a Juan, pertenecientes al acto tercero, cuadro tercero, escena III. Recuperamos la nota introductoria de Ruano sobre Hernández. Es poco o nada conocida y en sí misma, pese a su brevedad y aún con algunos errores que se deslizan, contiene agudas observaciones del maestro de periodistas sobre el poeta oriolano:



Finalmente, y del libro "Vida, pensamiento y aventura de César González-Ruano", editado por el profesor Carlos X. Ardavín (Gijón : Llibros del Pexe, 2005) extraemos esta fotografía de Ruano junto a la conocida imagen de La Diablesa, de Nicolás de Bussy, tomada en Orihuela en 1958, en la antigua sede de nuestra Biblioteca en el Palacio de Teodomiro.


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