martes, 20 de mayo de 2008

Rafael Montesinos revisitado


Hace poco, dedicamos una entrada a reseñar la antología “Poesía taurina contemporánea”, editada en 1960 por la barcelonesa Editorial RM y con selección, prólogo y notas de Rafael Montesinos. Las críticas que, en su día, localizamos sobre esta obra (de Leopoldo de Luis en los Papeles de Son Armadans, y de Aquilino Duque en Índice) nada indicaban al respecto de que hubiera sido realizada expresamente por Montesinos para el editor Ramón Juliá. Estos días, en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Alicante, hemos localizado un ejemplar del semanario gráfico de los toros EL RUEDO (año XVI, n. 766, Madrid 26 de febrero de 1959) que desvela que Rafael Montesinos mantuvo (no sabemos durante cuánto tiempo) una página-sección titulada Los toros y la poesía, origen, sin lugar a dudas, de su libro final que, aunque con pie de imprenta en 1960, no aparecería hasta mediados de 1961.

En este número, ahora recuperado, se reproducen los sonetos de El rayo que no cesa:

Silencio de metal triste y sonoro (soneto 14)
El toro sabe al fin de la corrida (soneto 17)
Como el toro he nacido para el luto (soneto 23)
La muerte, toda llena de agujeros (soneto 28)

que, posteriormente y como se dijo, fueron recogidos en el libro. Se insertó, asimismo, la conocida fotografía de Miguel Hernández que abría su libro Viento del pueblo (Valencia : Socorro Rojo, 1937). Hemos sabido que, unos meses después, y en el n. 817 de El Ruedo (Madrid, 18 Febrero 1960) Montesinos dedicó otro capítulo de su serie a Miguel Hernández, incluyendo esta vez el soneto 26 de El rayo que no cesa (Por una senda van los hortelanos) y el poema taurino Citación fatal (Se citaron los dos para en la Plaza) que no recogería finalmente en el libro. Al frente, figura la siguiente nota:

Un gran poeta español vuelve hoy a nuestra sección con sus versos. Al nombrar a Miguel Hernández, nombramos la más recia originalidad poética de los últimos veinte años de nuestra poesía. Citación fatal, escrito a la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, es uno de los primeros poemas de Miguel Hernández. Y si es verdad que en estos versos existe la indecisión propia de los primeros pasos, también es cierto que hay en ellos un indiscutible aire anunciador de la fuerte personalidad del poeta. Una lectura sosegada de esta larga poesía nos descubrirá entre versos balbucientes, otros de indiscutible empuje y de belleza arrolladora. Perfecto por sus cuatro costados, y criatura indiscutible de Miguel Hernández, es el hondo y precioso soneto que hemos seleccionado de su libro El rayo que no cesa. Toda la belleza del paisaje va a desembocar en la insólita figura del toro, porque tan irresistible es la humanidad de Miguel Hernández que hasta el toro, tocado por su palabra, se humana hasta derramarse en llanto por la ribera de sus versos. Es asombroso comprobar que entre el primer poema y el soneto que le sigue apenas existen dos años de diferencia. ¿Prisa por realizar la propia obra? ¿Corazonada tal vez? Miguel Hernández murió trágicamente a los treinta y dos años, legándonos una de las obras más acabadas y originales de toda la poesía española. RAFAEL MONTESINOS.

En el número 766 de nuestra revista, correspondiente al 26 de febrero de 1959, publicamos cuatro sonetos de El rayo que no cesa y una amplia reseña sobre Miguel Hernández. A ella remitimos al lector, dado que la gran extensión de los poemas publicados hoy no nos permiten disponer del espacio necesario para comentarlos más extensamente.


Como ilustración de esta página se utilizó el dibujo de Martínez de León “Cogida mortal de Sánchez Mejías en Manzanares”.

De Andrés Martínez de León, genial dibujante republicano, recordamos las viñetas del personaje creado por él durante la guerra, Oselito, que compartieron página con los versos de Miguel Hernández en la efímera publicación Frente Extremeño : Periódico del Altavoz del Frente de Extremadura. Así, entre otros, en el n. 3 (Domingo 27 junio 1937) figuraron juntos el poema Vientos del pueblo me llevan y unas viñetas de Oselito que se anunciaba formaban parte de historietas que iba a publicar para las trincheras Altavoz del Frente de Extremadura. En algún lugar hemos leído que Martínez de León (1895-1978) compartió con Miguel Hernández la debacle y desbandada del Madrid de 1939. También detenido, fue condenado a pena de muerte por su colaboración con la República, conmutada luego a treinta años y un día de reclusión. En 1945 sería indultado. Antes, como enviado de La Voz, había viajado, asimismo, a Rusia, publicando a su regreso “Oselito en Rusia”, en donde recogió anotaciones y viñetas de su periplo europeo, así como sus experiencias e impresiones del socialismo soviético.

No hay comentarios: